4 - A la tierra de Fèronoir
A veces lo extraño, ¿sabes? Sinceramente me gustaría poder viajar nuevamente con él y caminar por todos lados como lo hacíamos antes. Me acuerdo de todos los momentos que pasamos juntos y, bueno… ¿a quién no le gustaría revivirlos? He podido ver todo su poder frente a mí –y hacia mí– y no puedes negar que es asombroso. Si tú, que solo has podido escuchar todo lo que te he contado de él, te has quedado asombrado a veces. A veces me pongo triste, pero hay algo que siempre me reconforta: Él me dijo que nunca me iba a abandonar. Seguro te preguntas cómo es posible, ya que ha pasado tanto tiempo y no he podido verlo, pero… eso no es completamente cierto. Está bien, no he podido ver su rostro otra vez, su cabello largo, su ropa verde y hace tiempo que no escucho su voz profunda y calmante, pero… puedo ver todo lo que ha hecho. Rebautizamos Enou-miròir, Miròlia cambió de nombre a Mìrolei por él, muchos han sido rescatados por él y él le ha cambiado la vida a muchos… Él ha cambiado el mundo. Puedo ver su poder en todas las cosas que ha hecho alrededor de mí y en mí mismo. Él es el mejor amigo del mundo, el mejor doctor, el mejor maestro. A veces lo extraño, pero luego me acuerdo de lo último que me dijo: “Kyàlodir, recorre todas las tierras del mundo y habla acerca de lo que has vivido conmigo. No estarás solo. Yo siempre te acompañaré. Y voy a volver pronto, confía en mí”.
Él me dijo que volverá, que mientras tanto yo debo ir a decirle a todos que ya no tienen por qué vivir una vida que a lo único que conduce es a una muerte eterna, lejos de lo asombroso que es vivir creyendo en el hombre que vino a salvarnos. Recuerda, yo estuve a punto de morir así, mal, pero ahí fue donde él apareció. Y mi vida cambió. Si he podido caminar con él todo este tiempo y he podido ver todo su poder, ¿cómo no hablar de él? Quiero contarle a todo el mundo acerca de él. Ya he ido por varios lugares, recorrido varios pueblos, y he podido ver gente que ha decidido dejar todo por seguirlo. Estamos viviendo una vida en la que estamos dispuestos hasta a morir por causa de él. Todos deben saberlo. Y lo genial es que él mismo me dijo que siempre me acompañará. Al final todo esto que veo no es porque sea un guerrero muy fuerte, no es porque sepa hablar bien o porque sea reconocido por muchos… todo, déjame decirte, todo es por él. Por mi maestro.
Ahora me estoy dirigiendo al este de Mìrolei, a la tierra de Fèronoir. Hace tiempo que no voy a ese lugar, aunque sinceramente estuve ahí no por mucho tiempo. Seguramente ha cambiado bastante. Oh, Fèronoir. No sé si sabes todo lo que llegó a pasar en ese lugar… ya te contaré. Hay un lugar que me gusta visitar ahí, es un muelle con un lugar en forma de una pequeña cabaña al final, rodeada por el mar. Cuando estoy ahí realmente me pongo a pensar en el significado de mi nombre, ¿sabes? Siento una calma inmensa. Está bien, está bien, seguro es porque ahí fue el lugar en donde me despedí del maestro. Aunque decir que fue una despedida no es cierto. Él sigue conmigo, y con cada uno de los que le cambió la vida. Y él va a volver. Oh, sí; él volverá. Mientras tanto, yo quiero vivir cumpliendo la misión que me dejó y él propósito que me ha dado.
Algo que repito siempre. Siempre es así: miro al cielo, respiro profundamente y digo “ven ya”. Sé que él me está escuchando.
Pero bueno, ya vamos a llegar Fèronoir. Tengo que mostrarte el muelle, en serio, es muy genial. Y cuando veas el lugar en donde yo… ¿Qué? Un momento, disculpa. No, no puede ser. Su cabello está demasiado largo. Y… no, es imposible. ¿Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi? Aunque, mirándolo bien… tal vez sí sea él. ¿Y ese caballo marrón? No… no creo que sea él. ¿Qué? ¿Que qué sucede? Es que creo que he visto a alguien que conozco, un amigo de mi niñez. Pero no creo que sea él. Además, ¿qué hace aquí, en Fèronoir? Un momento. ¿Y esa espada negra? No lo puedo creer. Es él.
Bueno, solo hay una forma de descubrirlo.
–¿Èrsedil? ¿Eres tú? –le digo, y el joven voltea. Ha crecido mucho desde que nos vimos por última vez. Su cabello está más largo, pero su mirada sigue siendo la misma. En un segundo recuerdo cuando nos conocimos y en el otro cuando nos despedimos, hace mucho tiempo. Él me mira con el rostro sorprendido y con una enorme sonrisa.
–¡Kyàlodir! No puedo creerlo, ¡eres tú! –me dice, y el sol hace brillar su espada de grafito– ¡Al fin te encuentro!
¿Me estaba buscando?
Bueno… creo que quizá estás un poco confundido. Déjame presentarte a mi amigo. Él es Èrsedil, también conocido como el Caballero de la espada de grafito. Quizá has oído de él. Por tu sonrisa, veo que sí. Él es de mis mejores amigos, como un hermano para mí. Y sí, él también está cumpliendo la misión que nos dejó el maestro hasta que él vuelva.
Y el maestro va a volver, lo sé, lo puedo notar.
Miro al cielo, respiro profundamente, y digo en un suspiro: “Ven ya.”
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