En busca del calcetín anaranjado: El Triángulo del amor.

Capítulo 2 – El Triángulo del Amor.
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Era el último día de mayo y el escenario no podría ser más raro pero romántico si lo vemos de otro lado: Miles de personas reunidas en un concierto de canciones de amor estaban aglomeradas en un lado esperando a que su cantante favorito saliera en cualquier momento y comenzara a cantar. Por doquier había parejas abrazadas, fans enamoradas, un chico que invitó a la chica que le gustaba a ese concierto para ver si podía lograr algo. En ese lugar se respiraba el enamoramiento que vemos cada día. Personas de todas las edades estaban juntas ahí, muchos en pareja y otros en grupo, gritando. Y del otro lado había dos amigos sentados jugando cartas en el suelo terroso mientras hablaban de aquellas personas que les rompieron el corazón pero a quienes aún querían y tenían esperanzas de volver a lo de antes, o quizás mejor. Eran más de las nueve de la noche y el chico iba perdiendo cinco juegos a uno contra la chica que ya consideraba una de sus mejores amigas.

–Ya te ganaré, ya te ganaré –decía él; luego suspiraba, miraba al cielo, después hacia el lugar por donde debería aparecer su estrella favorita, luego miraba a su amiga y nuevamente a la mano que tenía. Parecía que iba a perder nuevamente.
–Claro, como digas –respondió la chica, para luego mirar su reloj, luego a la gente, al cielo, a su mano, a su amigo y luego retornar al tema del que habían estado hablando desde la fila para entrar al concierto–. Entonces, ¿no han vuelto a hablar desde entonces?
–Ni una sola palabra; nada desde marzo.
–Vaya... ¿Y tu cumpleaños?
–Pues ya te dije que la pasé con unos amigos en mi casa. No me quejo, fue un rato genial.
–¿Y por qué no me invitaste?
–¡Pues porque no nos conocíamos bien! Jaja, no sé cuántas veces tendré que decirte eso. Eres una resentida.
–Ya, ya, está bien… Bueno, ¿y ahora qué piensas hacer?
–¿Hacer? Nada, pues. Ya no puedo hacer nada, solo… seguir, ¿no? –el chico miró al suelo un rato, luego miró a su amiga con una sonrisa cansada.
–Ya, feo, tranquilo. Mira, hay algo que me enseñaron una vez: se llama “el triángulo del amor”
–¿Qué rayos?
–No, tranquilo –respondió ella, entre risas–, no es nada raro. Significa esto. Dame tu celular.

Él hizo caso y luego ella trazó con su dedo un triángulo en la tierra. La noche oscura no dejaba ver bien el dibujo, y es por eso que ella puso su teléfono en una esquina inferior, el de su amigo en la otra y sacó sus llaves para ponerla en la esquina superior. Luego de eso miró al chico con el que había estado hablando durante horas y este lo miró con esa cara de no saber absolutamente qué está pasando en ese momento.

–Genial… –dijo él, con la voz más extrañada del mundo– ¿y qué se supone que debo entender con todo esto?
–Es que así funciona el amor –respondió ella con esa seguridad que uno tiene cuando sabe que lo que dice es una completa verdad.
–Explícate.
–Bien, mira. Supongamos que tu celular eres tú, ¿okay? Ya. Y que mi celular es esa persona que crees que es la indicada. Bien. Y que las llaves son Dios –luego señaló el celular de su amigo y llevó su dedo hacia el otro celular–. Si tú tratas de ir de aquí hacia aquí –luego señaló a las llaves– pero sin ir hacia aquí, pues nada va a funcionar, las cosas no durarán y a ambos les faltará eso primordial para sus vidas. Lo mismo pasa si vas desde aquí –señaló su celular, luego el de él, luego las llaves– hacia aquí pero sin tener esto. ¿Entiendes a lo que voy? Bueno –luego hubo una pausa corta. Después de eso señaló el celular de su amigo y luego las llaves–. Pero si tú decides ir hacia aquí… Y esa persona también –llevó su dedo desde su propio celular hacia las llaves–, en algún momento se encontrarán, y cuando suceda, ambos tendrán un buen tiempo de haber vivido buscando el amor verdadero, y finalmente podrán comenzar una relación sólida y eterna. Ese es el Triángulo del Amor. ¿Entendiste, Mateo?

Hubo un silencio. Mateo comenzó a pensar en todo lo que había escuchado de parte de su amiga cuyo nombre, irónicamente, era el mismo de aquella chica sobre la cual le había hablado durante horas. Él se imaginó cómo sería vivir eso y luego sonrió. Dio un suspiró de alegría y esperanza mientras pensaba en alguien que no sé quién es, luego miró a su amiga, sonrió más y, después de unos segundos de asimilarlo, solo pudo decir:

–Qué genial.

***

¡No sabes lo que me pasó hoy! O bueno, ayer, no sé, ya deben ser como las tres y media de la madrugada. Hay te debo haber contado que fui al concierto de mi banda favorita con esta chica que ya sabes quién es. El concierto, pues. En el que también estaría su cantante favorito. Bueno, bueno, pero eso no es lo importante. ¡Hoy escuché sobre ti! Fue genial, no sabes. Aprendí algo tan asombroso que aún no lo puedo asimilar bien. Se llama el Triángulo del Amor. Pero no es lo que te imaginas, aunque… Para cuando leas esto quizás alguien ya te lo haya contado –si es que no fui yo, jajajaja–. Bueno, el punto con este triángulo es que me enseñó algo muy importante para mi vida que, si le damos otro nombre, eres tú. Aprendí algo que debemos tener en cuenta siempre y que debemos enseñárselo a otros ni bien podamos, ahorita te digo…

El amor es algo de a tres: Dios, tú y yo.

¡Así es! Aunque es obvio que debes saberlo y que yo ya lo sabía, esto fue algo que me puso más sencillas las cosas y, ¿sabes qué? Quiero comenzar a hacer esto. Muchas veces, como te debo haber contado, me ponía mal por este tema, y es porque estaba tratando de ir de un lado de la base del triángulo al otro. Pero qué genial sería ir hacia la cima y allí encontrarme contigo. Ese es mi sueño. Realmente le pido a Dios que tú también tengas esto siempre en tu mente, y que lo estés practicando desde ya, porque, vamos, quiero encontrarte rápido, jajaja.

Y bueno, amor –¿te puedo decir “amor”? Supongo que sí, ¿no? Bueno,  olvídalo. El punto es que esto es algo muy importante para cualquier relación: no solo de amor, sino de amistad. Al fin y al cabo, la amistad es como el amor, ¿no es así? Espero que tú y yo seamos amigos durante mucho tiempo, y que cuando lleguemos al momento indicado –a la cima del triángulo– podamos comenzar algo eterno en el momento indicado. Creo que eso es lo que quieren todos.

Yo… bueno, tengo sueño, así que voy terminando esta carta, pero, ¿sabes? Hoy dormiré con una gran sonrisa. Creo que mi amiga tiene las cosas muy claras para ella, y me encantaría que tú las tengas también; yo comenzaré a hacer esto. Bueno… Creo que eso es todo por hoy. No olvides que te quiero mucho y que espero que llores cuando leas esto. (Es que, digo, mínimo, ¿no? Jajajaja)

No creo que con Dios esto del amor sea multitud, más bien es perfección. Y yo quiero que lo de nosotros sea algo para siempre. Bueno, bueno, debo descansar. Oraré para que Dios me dé sabiduría y a ti también, para que no adelantemos las cosas y podamos disfrutar todo a su tiempo. Eres mi mejor amiga, lo sabes. (Bueno, debes serlo para cuando leas esto, ¿no?) En fin… Debo descansar, y espero encontrarte pronto.

Con sueño, pero sonriente,
Yo.

PD: Espero que, cuando nos veamos, dibujemos nuestro triángulo, pongamos nuestros celulares, nuestras llaves y le tomemos una foto para el recuerdo.

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