Mi dragón interior.


Mi dragón interior.

(https://soundcloud.com/martin-diaz-17/mi-dragon-interior)


Fuente: DevianArt


Creo que nunca un libro me había hecho llorar. Pero Tu dragón interior me ayudó mucho para escuchar la voz de Dios. Imagínate por un momento cómo sería poseer un dragón: Sentir su calor, montarlo y volar a lugares que nunca habías imaginado, sentir sus alas y saber que te obedecerá. Sería genial, ¿no crees? Pero todo esto lo tenemos dentro de nuestra imaginación, ya que jamás llegaríamos a tener uno en la vida real.

Vivir prácticamente sin un padre en mi niñez ha sido algo muy duro para mí, y algo que ha generado muchas heridas y ha impedido muchas cosas en mi madurez. Siempre sentía ese algo que debí haber aprendido de alguien y que no llegué a aprender porque, realmente, la presencia de un padre en una familia es tan importante como la de una madre. Pueden decir que muchas veces hay madres que hacen también el rol de padres, pero déjame decirte la verdad: eso no es cierto. Dios puso al hombre para que cumpla el rol del hombre y a la mujer para que cumpliese su rol también, y hay cosas que alguien simplemente no puede hacer. Estaré eternamente agradecido con Dios por la gran madre que me ha dado, que siempre me ha amado a pesar de todo y que siempre ha dado todo por mí, y por la amorosa abuela que también me enseñó muchísimas cosas y cuidó de mí, pero hay cosas que necesité de mi padre. Es sorprendente y duro pensar cuánto esto puede afectar en tu relación con Dios. Uno a veces no se da cuenta de ciertas cosas, como el hecho de que, sin querer, uno cree que a Dios no le importa lo que esté pasando o mi vida en general, o que yo soy una carga para Él. Pero jamás pude estar tan equivocado. Dios me ama. Me ama realmente y me lo demuestra cada día: en su creación, en la mañana que me da, en sus palabras, en el abrazo de mi madre y aun en el de mi padre. Dios me dice que, no importa lo que haya hecho, Él está dispuesto a ser mi padre porque me ama, y cuán hermoso es poder llamarlo Papá con toda la confianza del mundo, ¡porque así es Él! Dios quiere tener una relación conmigo, una relación padre-hijo, una relación de amor y confianza. Cuán enorme es el cuidado que Él tiene conmigo y, déjame confesarte, sin Él yo no estaría aquí hablando en ese momento.

Alrededor de mi vida he buscado muchos reemplazos para este padre ausente que tuve y, ¿te digo algo? Nunca funcionó. Un tío, un padrastro, un amigo y otras personas no pudieron llenar el vacío que dejó mi padre, y muchas veces me sentí solitario. Pero ahí siempre estaba Dios diciéndome que yo no estaba solo, porque Él estaba conmigo. Que “aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Dios me recogerá” (Salmos 27:10). Él me dio la potestad de ser llamado su hijo y, cuando empecé a creerle, sentí que ese vacío que tenía fue llenado. Porque es Él quien suple toda mi necesidad y me enseña todo lo que me quiere enseñar y que, quizás, ya debí haber aprendido. Y hablando de enseñar y aprender, algo importante que aprendí de este libro fue acerca de las decisiones. Tanto así que “decisión” o “decisiones” se han vuelto palabras que repito constantemente a los demás y a mí mismo. Pareciera que a los que crecimos en un hogar sin padre se nos olvidó asistir a la clase de tomar buenas y sabias decisiones, y es que el rol del maestro y de cabeza del hogar lo tiene el padre. Pero, aun así, gracias a Dios he ido aprendiendo muchas cosas acerca de las decisiones, sabiduría y una vida correcta. ¡Y me lo enseñó Él mismo porque me ama!

Aún tengo mucho por aprender, pero Dios se ha vuelto mi maestro, mi confidente, mi amigo y, sobre todo, mi padre. Este dragón que tengo dentro de mí me ha herido muchísimo, pero es gracias a Dios y a permitirle que Él trabaje en mi vida y sane mis heridas en un proceso que, aunque duela, me ayudará mucho a mí mismo y, en consecuencia, a mi futura familia, que he podido tener una mejor relación con mis padres últimamente. Las cosas que pasé y que sigo pasando están ahí, pero Dios me ayuda a perdonar y ser perdonado y, ¿te digo algo? Él quiere hacer cosas más grandes en tu vida. Sanarte, enseñarte acerca del amor, el sexo, las decisiones, las relaciones, identidad, educación, responsabilidad, espiritualidad; pero, por sobre todo, llenar ese vacío que ni tú ni yo podemos ocultar. Hay que tomar decisiones, y la decisión que cambiará tu vida será la de entregarle tu vida a Cristo para que Él la cambie por completo. Él quiere hacerlo, Él no está distante, ¿le permitirás que trabaje en ti?

Grandes cosas quiere hacer Dios en nuestras vidas. Grandes, grandes cosas. Te quiero. Dios te bendiga.

¡Hablemos!

Fuente: Mi Tienda Evangélica

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